La estrella del Chelsea de 22 años, que es aficionado del Manchester United desde niño, disfrutaba de los partidos con su padre Jermaine en Hollyhedge Park, Wythenshawe, y la leyenda del Everton y del United lo inspiraba constantemente.
Le dijo al periódico Daily Telegraph: "Si hubiera marcado un gol el fin de semana, saldría a ver si podía hacerlo”.
Su familia todavía vive en la zona y, siempre que está de visita, se encuentra recordando aquellos primeros días: "Intento tomármelo con calma, pero a veces hay momentos en los que piensas: 'Quizás hace 12 meses nada de esto era así, quizás podría ir a más lugares y hacer cosas'. Me detengo y pienso: 'Vaya, ha cambiado rápido'. Todavía me estoy acostumbrando".
Se alegra de haberse mantenido firme, habiendo pasado por las filas juveniles del Manchester City mientras estudiaba en St Bede's College, una escuela privada, con el club pagando sus tasas de matrícula: "Los profesores siempre te dicen que busques un plan B. Pero no les hice caso".
Ahora con el Chelsea, se encuentra viviendo en el Triángulo Dorado de Surrey cerca de otros miembros del equipo, y tiene una visión honesta de su entorno. Manchester es mejor, pero no me importa. Me gusta por aquí, porque es tranquilo, no hay distracciones. Todos los que saldrían contigo en el día a día no están cerca de ti".
Tiene una actitud sensata hacia su juego y su fama, e incluso tiene una actitud sencilla con respecto a su apodo 'Cold Palmer' después de mostrar su trofeo de Jugador Joven del Año de la PFA en una nevera rodeado de cubitos de hielo: “Creo que combina bien. Con mi nombre también suena parecido, ¿no?”.