Declaró a la revista Today's Golfer: "Estaba muy agradecido de volver a jugar menos de cuatro meses después de la cirugía, pero era como si volviera a ser un novato. No sabía qué esperar. Había días al despertar sin saber si me iba a sentir bien. No sabía cómo iba a estar, volviendo a lugares donde el año anterior había tenido múltiples convulsiones. ¡Menudo trastorno de estrés postraumático! Y tuve muchos contratiempos físicos".

Pero Gary está "orgulloso" de haber seguido jugando y cree que lo pasará mejor este año: "Cuando volví, pensé que estaría bien, pero no fue así. Fue duro, y las cosas con las que luché el año pasado por la sobreestimulación fueron demasiado. Pero estoy orgulloso de mí mismo por jugar. Habría sido fácil para mí solicitar una exención médica”.

"Realmente no tuve ninguna oportunidad de jugar bien, pero aprendí muchísimo. Si no hubiera jugado el año pasado, de ninguna manera sería tan optimista sobre mi juego como lo soy ahora, porque entendí qué me hizo daño y qué no", agregó. 

Y la estrella del PGA Tour cree que sus mejores días están por venir: "Soy tan optimista sobre mi juego de golf como lo he sido desde que gané el Abierto de Estados Unidos en 2019. Creo que mi mejor golf está por venir. He recuperado la velocidad y le estoy pegando tan fuerte como hace 15 años. Estoy llegando a un punto en el que entiendo cómo debo jugar, cómo debo tener éxito, para poder jugar en los campos de golf semana tras semana y tener una oportunidad”.