Al campeón de peso wélter de la FIB nunca le impusieron el boxeo, pero en cuanto aprendió lo básico, le encantó la euforia que le producía y supo que sería su futuro.

Declaró a la revista Boxing News: "Mi padre me introdujo al boxeo, pero nunca me lo obligó. Simplemente me dijo: 'Te voy a enseñar a pelear, y lo que hagas con eso depende de ti'.

Entonces decidí llevarlo al siguiente nivel. Una vez que mi padre me enseñó a boxear, siempre supe que eso era lo que iba a hacer. El boxeo era demasiado divertido y fácil para mí. Me encantaba cómo me hacía sentir”.

“Es una sensación diferente, una sensación que realmente no se puede explicar.

Siempre que estoy en el gimnasio o peleando frente a los aficionados, me siento libre de hacer lo que quiera. Estoy en mi lugar feliz, en mi zona”, agregó.

Jaron, quien, al igual que sus hermanos Derek y Farah, es entrenado por su padre, Derrick Ennis, tuvo su primera pelea cuando tenía solo ocho años: "Ni siquiera creo que se suponía que debía pelear porque hay que tener nueve años para boxear, pero me dejaron pelear de todos modos. Peleé con un chico mayor, más grande que yo, y lo detuve en el primer asalto. Ese fue otro momento en el que pensé: 'Estoy deseando convertirme en profesional'. Nunca quise ser amateur".

Y Boots y su familia supieron, cuando tenía tan solo 12 años, que podía llevar el deporte a otro nivel: “La primera vez que hice sparring con un boxeador profesional fue cuando supe que podía llevar esto a otro nivel. Tenía unos 12 o 13 años por aquel entonces, boxeando con un hombre adulto que entrenaba mi padre. Era un profesional con un récord de 10-0. Simplemente entré, me comporté bien y lo hice extraordinariamente bien. Mi padre y mis hermanos pensaron: ‘Este chico es un monstruo’. Desde entonces, solo he hecho sparring y boxeado con boxeadores profesionales”.